La fatiga dependiente del ejercicio, no es más que una disminución en la capacidad de las fibras musculares para generar fuerza. Pero más que fatiga muscular, debería ser llamada fatiga neuromuscular, al fin y al cabo, no sólo tienen influencia en la misma los cambios metabólicos acaecidos en nuestros músculos (fatiga periférica), si no también los “fallos” en el sistema nervioso central (SNC) que impiden a los músculos mantener un 100% de actividad durante todo el ejercicio. Si bien la fatiga periférica está ampliamente estudiada y documentada, no lo está, aún, a su nivel, la referida al SNC. Esta fatiga central está relacionada con los cambios que tienen lugar en las neuronas motoras espinales y en las unidades supraespinales.
La estimulación anódica, que eleva la excitabilidad cortical, trae aparejada una disminución en la fatiga final del sujeto. El tamaño del efecto no es despreciable, con un aumento del tiempo de resistencia de más de 15%. Este es el resultado directo de modular directamente la excitabilidad cortical motora. Pero lo más interesante observado no se quedaba ahí, lograba rebajar el umbral del dolor muscular asociado a la fatiga, aumentaba la motivación emocional e incrementaba la modulación de las áreas premotoras. De cara al alto rendimiento deportivo, no es moco de pavo, ¿eh?.
Si bien los condicionantes éticos, cara a su utilización con individuos que clínicamente precisan de un empuje, a fin de mejorar su calidad de vida (accidentes cerebrovasculares, etc), parecen fuera de toda duda, no ocurre lo mismo con su utilización en personas normales a fin de obtener una probable ventaja en su desempeño deportivo. O algún organismo se pone las pilas (nunca mejor dicho) o se hacen los suecos (más que probable).
Entre los avances en epigenética y en la TDCS, no tardaremos en ver al Sky fichar a Robocop. ¡Coño!, ¿dije Sky?, ¡bah!, me salió sin pararme a pensarlo.
No sabía donde poner el tema, estuve a punto de colocarlo en "... electroestimulación ..."
Saludos.